domingo, 16 de enero de 2011

Manzanas y manzanas.

-Si una manzana está podrida, contagiará al resto y echará a perder todo el cesto- Así suelen hablar de los que son como yo, de los diferentes y que no gustan por un motivo u otro.
Las comparativas pueden llegar a parecernos absurdas pero es ese disparate el que ayuda a aquellas personas menos oblicuas y de pocos ambages a comprender circunstancias o hechos, haciendo cercano algo que a su entender les parece poco comprensible.
La relación de la manzana podrida con las malas influencias es tan antigua que se pierde desde que la sociedad empezó a instituirse y a recolectar.
Términos estar sano como una manzana nos han acompañado desde prácticamente el descubrimiento del manzano y su fruto.
Pero claro esta que como las personas no hay dos manzanas iguales y no es lo mismo ser la detestable manzana podrida a una codiciada manzana dorada recién traída del mismísimo jardín de las Hespérides...
Una vez me contaron una historia un tanto ridícula que curiosamente utilizaba un manzano y sus frutos como protagonistas y que como casi todas las historias tenía una enseñanza o reflexión a su conclusión. La historia decía: Las mujeres son como las manzanas, las mejores se encuentran en lo alto del manzano, en el lugar de más difícil acceso, por eso la mayoría de los hombres temen intentar trepar el manzano y fracasar, hecho que les hace preferir a las mujeres que se encuentran en las copas mas bajas, pues son mucho más fáciles de alcanzar. Mientras esto sucede en lo alto del manzano las mujeres esperan a que llegue ese hombre valiente y decidido que sea capaz de valorar el esfuerzo que supone alcanzar una de ellas. No sé que conclusión sacarás tú aparte de lo bonito o frustrante que conllevaría ser una de esas "buenas manzanas" de esta historia pero yo sí veo algo más y no es otra cosa  que el empeño del ser humano por separar, etiquetar o diferenciar, algo no es ajeno para nadie y menos para alguien como yo, que acostumbra a ver como se me delega en último lugar.
Por como llego a definirme creo que ya sabrás que no me considero una de esas manzanas doradas, ni siquiera una frívola manzana encerada de los anuncios televisivos, tampoco soy una manzana podrida como algunos ignorantes temerosos me llaman, yo soy una manzana envenenada, sana por fuera pero que rezuma ponzoña en mi tierno interior y es aquí, querido lector, donde voy a expiar mis males y verter mi contenido en una especie de cura donde esta manzana envenenada irá a descansar con otras recetas malogradas.